Deambulando...¿acaso ya me perdí? {Julien McMillan}

Le sonrió a la chica, medio bostezando todavía debido a la siesta que había tomado antes de despertar por los ruidos raros. Se rascó la cabeza, parpadeando rápido y notando que ella era un poco más baja que él, era bonita. Ladeó la cabeza y soltó una risita cuando dijo que pensaba que estaba sola en la biblioteca.

- Lo siento, no pude ver nada antes de chocar contigo... - Comentó mirando hacia el camino en el que había ido hasta allí, y luego hacia el otro lado. - Uno nunca está solo en la biblioteca, los libros son los perfectos acompañantes para una noche estrellada y despejada. - Dice con cierta galantería, además de seguridad, él no le temía a la oscuridad en la biblioteca pues había pasado muchas veces solo allí merodeando. - Julien, mucho gusto. - Respondió agachándose también para ayudarle a recoger el libro que se le había caído tras el tropiezo. - Sí, algo así... estaba tomando una siesta para decidir si continuar leyendo o simplemente volver a mi cama... - Sonrió divertido, mirando el pasillo y después una ventana, inspeccionando el ambiente.

Un ruido nuevamente le llamó la atención, y grió la cabeza hacia el pasillo sonriendo de lado. Quizás las estatuas de las gárgolas estaban haciendo de las suyas esa noche, y la chica había sido asustada por ello. Torció los labios, respetuosamente le ofreció el brazo a Seven para comenzar a caminar.

- Vas saliendo, yo conozco el camino... - Le comentó sonriendo confiado, esperando que ella le dijera si quería irse o no, así por último podrían irse a pasar el rato por ahí bajo la luz de la luna o comer algún bocadillo juntos.

“¿Jugar con nosotros? Lo sabía, no debía confiarme de esas gárgolas y estatuas, después de todo, estaban allí para cumplir con sus castigo” reflexioné mientras daba algunos pasos, pequeños pasos. Miré al muchacho apenada, con tantos años paseándome por estos pasillos y si, era la primera vez que me perdía. –Tal vez si me ocurrió al principio cuando llegué al Templo…hará unos cinco años atrás, más o menos- me encogí de hombros recordando cuando recorríamos los alrededores con Ian apenas habíamos llegado. Al principio, visitábamos todo juntos, ahora, él tenía un grupo de amigos, y pues, yo me las había arreglado sola un buen tiempo -¿Hace cuánto llegaste aquí? No recuerdo haberte visto antes- sonreí, al escuchar sobre hacer algo de la lectura algo productivo –Si es verdad… aunque es algo subjetivo, por ejemplo, me he pasado horas sentada leyendo, relajada, pero eso para mi amiga es una pérdida de tiempo- reí al recordar como Emily se exasperaba cada vez que me encontraba con mis narices entre un libro. En parte, de seguro es por su naturaleza, una chica adolescente de fuego es algo difícil de manejar y estarse quieta. Tan diferente a mí, que lo único que hacía era estarme los más quieta posible todo el tiempo.

Me detuve un momento cuando Julien se quedó pensativo contemplando mi propuesta, tal vez era algo apresurado, además, la noche ya había caído. Con mi mirada fija en mis zapatillas, escuché como aceptaba mi invitación, a la cual agradecí con otra sonrisa de medio lado. –Sí, ¡tienes toda la razón! Nada mejor que recrearse un poco antes de continuar con la lectura- estuve de acuerdo con él –Bueno, no sé si en el lugar a donde pensaba ir se podrá pasear por la noche, es algo oscuro ya, pero en el día es bonito, y un buen escondite- le comenté entusiasmada, ya ansiosa por visitarlo al día siguiente. Me traía mucha paz pasearme por esos lados, mi “refugio” como solía llamarlo, me venía de maravilla, pues, necesitaba de un lugar en donde Emily no me encontrara fácilmente, o a veces pasar tiempo a solas  con Ian, claro, cuando lograba raptarlo de su grupo de amigos. –Y dime, Julien, ¿de cuál árbol vienes?- le pregunté divertida como para empezar tema de conversación, tomar la iniciativa no era mi fuerte, ni tampoco me mostraba muy social con nadie, excepto con aquellas personas que realmente me interesaban, como esa cabeza loca de mi amiga.

Mientras más le miraba menos me creía que nunca nos hubiéramos cruzado, ni siquiera en clases, “¿será nuevo? ¿Hace cuánto que habrá llegado? Tiene aspecto de formar parte del otro bando…hmm, sería el primer alumno que conozco perteneciente a la oscuridad, bueno, el primer chico que conozco en todo el Templo, descontado mi hermano, por supuesto. Pero ya, las apariencias engañan ¿no?” –Sabes, quizás conozcas a mi hermano, se llama Ian- le comenté mientras alejaba todos los interrogantes de mi cabeza  –Rosewood, ese es su…nuestro apellido, somos mellizos- solté de un tirón. Extrañamente esa inhibición que me caracterizaba había florecido en mí nuevamente. Me quedé en silencio, cediéndole el turno de hablar, esto no era uno de los monólogos que Emms se pasaba ensayando cuando estábamos juntas.  –Disculpa, no soy de hablar mucho…digamos que estas de suerte, no suelo conversar demasiado con mis amigos, o casi nadie- tomé un mechón de mi cabello y lo pasé detrás de mí oreja, riendo nerviosa. Tal vez esa era la línea que espantaba a las personas, y la había pronunciado sentenciando el final de la conversación. “Sí, soy una rara” en mi mente resonaba la voz de Emily pronunciando estas palabras.  Me quedé contando mentalmente para ver cuantos segundos tardaba en quedarme sola nuevamente… 1, 2, 3…