In the cascade you washed me {Privado;Ginebra Beckett}

Ajax se aproximó a los bordes del lago, quitándose los zapatos y sentándose en una roca, los pies colgando y haciendo círculos a unos centímetros de la superficie lisa del agua. A veces se preguntaba cómo había llegado hasta este lugar, y qué significaba todo lo que habían explicado, si tenía algún tipo de sentido.

Sí, tenía sentido. Todo cobraba relevancia. Había encontrado a su hermana, ¿no era acaso eso lo único que quería? Ahora, a pesar de no haber sido nunca muy sociable, estaba encerrado en aquel enorme templo solitario, y volviéndose loco despacio con la meditación. Necesitaba el contacto, la gente, el bullicio. Necesitaba el olor a salitre. Necesitaba muchas cosas que no podía encontrar mientras permaneciese allí. Pero necesitaba aprender a controlar sus poderes.

La tarde caía poco a poco, y la brisa movía las hojas de los árboles. El agua bajo sus pies estaba templada, y la cascada rompía y desgranaba sus pensamientos, salpicándole el rostro. Cuando se disponía a levantarse, oyó un suave murmullo de pisadas. Aun así, se sacudió las manos, bajó de la roca y se acercó a las orillas del lago.

El crepúsculo se avecinaba, la luz del día se estaba yendo con él y así lentamente me sentía un poco mas... normal. Al ser un ser de la luz, ella me da más fuerza de lo normal, pero eso no impedía que saliera del templo de vez en cuando, sentía mucha curiosidad por ir al lago a esas horas, jamás lo había hecho y la historia de Miraje Clanvej me incentivó a buscar el jardín escondido.

Alrededor era todo verde, era un buen punto si buscaba un jardín, pensé en la cascada porque su cuerpo se hundió en el río, dudaba que se encontrara lejos de la misma. El viento sopló a mis espaldas, es medio tonto pensarlo, pero siempre creí que él me guiaba en dirección correcta, por lo cual, lo seguí. Escuché el estruendo de la cascada, estaba cerca, pero algo mas se oía, era como si algo o alguien moviese el agua que descansaba en la orilla.

Corrí un par de plantas y allí encontré a un muchacho, estaba caminando con los pies en el lago, traté de acercarme sin asustarlo, al parecer, era atractivo, pero ¿Que estaba haciendo? solo en el medio de la nada, a punto de anochecer. ¿Será otra persona buscando el jardín? No recordaba haberlo visto en la clase, aunque de por si, no presté atención a la gente que me rodeaba.

Me acerqué a las rocas que estaban cerca y allí me senté en silencio, una adepta del aire sabe meditar, básicamente es lo que nos pasamos haciendo la mayor parte del día, aburrido..

El chico se arrodilló sobre el lecho pedroso del río para arremangarse los pantalones y entró al lago hasta que le cubrió las pantorrillas, quitándose el sombrero de paja con que paraba el sol y hundiéndolo bajo el agua tranquila. Acto seguido lo dejó escurrir un poco y se lo colocó de nuevo, refrescándose así la cabeza y mojándose un poco la espalda de la camiseta.

Inmediatamente después, con la mirada aún fija en la cascada, hiptonizado por el sonido que hacía al chocar, respiró con fuerza y separó los labios, comenzando a articular una oración.

—¿Por qué crees que tememos tanto a lo desconocido? ¿Está justificado temer a la persona que amas? —dijo en voz alta, casi gritando sobre el incesante caer del agua.

Había tenido tiempo para meditar acerca del tema en su breve tiempo a solas, y desde que había salido de clase solo podía dar vueltas y vueltas, sin encontrar respuesta a la pregunta que acababa de formularle a su acompañante. Antes de que pudiese contestar, se giró para descubrir su identidad, pero la cara de la chica apenas le resultaba familiar de verla caminar por los pasillos. Parecía tranquila y armoniosa, una persona que disfrutaba meditar. Quizá pudiese ofrecerle un pensamiento valioso.

El muchacho comenzó a hablarme, al parecer si estuvo en la clase de historia y estaba igual que yo, solo que mas pensativo. -El ser humano siempre teme a lo nuevo, es hasta que se acostumbra. dije con mis ojos cerrados, de una forma tranquila pero elevando el tono de voz.

El viento soplaba y hacía que mis cabellos danzaran a su compás, abrí los ojos y continué con mi respuesta -El hombre era un completo idiota. fue lo mas sincero que podía llegar a decir. -A mi entendimiento, él jamás la amó, sólo le atraía su belleza externa. hice una mueca de desagrado -Espero que no te ofendas, pero la mayoría de los hombres hacen eso. Alcé ambos hombros mientras emitía una pequeña sonrisa.

Al ver su cuerpo chorreado pensé en dos cosas, o era una persona que le gusta meterse al agua con ropa o era un adepto de dicho elemento. Claro que me inclinaba mas a la segunda opción. -No te vi en esa clase de historia.. hice una pausa -Creo.. agregué un poco confusa, tampoco pude ver con detalles su rostro, pero sabía que no era un desconocido.

Girado hacia ella, observándola meditar, pensó las respuestas que había recibido, descartando aquellas que se le quedaban cortas e intentando expandir las que le agradaban. Mientras ella meditaba, él dio unos cuantos pasos por el agua, sintiendo como le lamía todo el cuerpo con las pequeñas gotas que le saplicaban.

—En efecto tememos a lo nuevo. Pero tus palabras son duras. ¿No es posible que te asustes, o te sientas ultrajado, si la persona a quien amas, a quien confías todo tu ser —comenzó a cuestionar Ajax, sonriendo ante la ironía de preguntar algo así cuando, él, para comenzar, no amaba ni confiaba —te esconde un secreto de tal magnitud?

No era una teoría disparatada, en aquellas épocas era cierto que se valoraban las cualidades más externas de la mujer: su físico, apto o no para procrear, y su dote, suficiente o no para formar una familia de buena situación económica. De todas maneras, Ajax no era amigo de generalizar demasiado.

—Espero que no creas que tus palabras me han afectado, con el debido respeto, pero no me gustan las leyes generales. No soy de esos. ¿Qué es un físico? Efímero, como el tiempo que tú y yo conocemos tan bien...

Salió del lago y, caminando despacio sobre las piedras mientras notaba los últimos rayos de sol secándole la ropa, rodeó la masa de agua y se acercó a la chica. Parado de pie frente a ella, se inclinó ligeramente y extendió una mano.

—Ajax Zane. Me gusta sentarme a la sombra, y en estas épocas solo hay una, en la esquina izquierda de la clase. Al fondo.

Sus preguntas al parecer eran muchas, era un lindo tema de conversación, pensé detenidamente mis palabras antes de volver a abrir la boca, fue entonces cuando acoté -¿A caso tu no tienes secretos? miré sus ojos y sin dejar que me responda, ya que la pregunta es obvia, continué -Creo que el día que le reveles tus secretos a alguien, va a ser porque confías ciegamente en esa persona, porque lo quieres compartir con ella, porque vale la pena arriesgarse a que te conozca en verdad como eres y por sobre todas las cosas, porque aquella persona se ganó tu confianza por muchas otras razones. Era un tema complicado de explicar y no solía ser buena para ello, pero trataba de hablar con la mayor claridad posible -Ella lo complacía, pero él no sentía la misma confianza, por eso mi teoría.

Reí ante su respuesta, aunque una cosa es decir que no es igual a los demás, otra muy distinta era actuar de esa manera, pero iba a confiar en su palabra hasta que me demuestre lo contrario -Me parece perfecto, yo también odio las leyes generales. le dije mientras sostenía un mechón de mi pelo rubio, odiaba que me dijeran hueca por llevar el cabello de ese color.

Se puso a mi lado, lo pude ver con exactitud, lo crucé un par de veces pero jamás habíamos tenido la oportunidad de hablar. Miré sus ojos al presentarse y no le quité la vista de encima hasta que terminó de hablar, le extendí mi mano y con ella hice una ráfaga de viento para que su piel mojada se secase mas rápido y al mismo tiempo para impulsarme e incorporarme. -Ginebra Beckett. hice una pausa y lo miré con media sonrisa -Con razón no te vi, me gusta la luz.

La chica se levantó y le envió una ráfaga de viento para secarlo. No era que no agradeciese el detalle, pero realmente le refrescaba el agua, aparte de aliviarle. Aun así le tomó la mano y la beso con delicadeza, mirándola a los ojos todo el tiempo y sonriendo con galantería.

—Así que eres una pequeña hija de la Luz, ¿eh? Me complace tu serenidad, Ginebra, pero creo que es un pensamiento algo simplista. Tantas cosas pueden torcerse en una relación... Se puede amar y no confiar. Se puede confiar ciegamente y no querer compartir. Hay incluso —añadió en tono de confidencia —quien no desea ni amar, ni confiar, ni compartir sus secretos profundos con nadie.

Ella jamás sospecharía que se encontraba ante uno de esos raros ejemplares.

—Paseemos, si no te molesta interrumpir tu meditación.

Con esto, miró al lago pensativo, y después observó el jardín con detenimiento. Una hermosa vista. Pero ya había permanecido quieto demasiado tiempo, y eso era algo que le agobiaba.

Su beso hizo que me sonrojara un poco, era un detalle que en verdad me gustaba. -Exacto, creo que eres del bando contrario dije con un toque de sarcasmo, eso no era algo que en verdad me importase. -Creo que las relaciones de verdadero amor son simples, por eso mi pensamiento negué con la cabeza y luego agregué -Las personas son las que retuercen el amor, lo exprimen y le quitan su esencia. Miré sus ojos y agregué con el mismo tono de voz que él había utilizado -Esas personas, son las que más lo necesitan, pero no saben como pedirlo.

Aquél muchacho me agradaba y su invitación a pasear no tendría ninguna negativa -La meditación es muy importante, eso es lo que nos enseñan, pero al decir verdad, muchas veces me aburre y este es un lugar tan hermoso que merece recorrerlo de punta a punta. observé al cielo y luego recorrí todo lo que pude con los ojos. El santuario del agua, la tierra y el aire, realmente era maravilloso.

Comencé a caminar lento, por uno de los senderos marcados por las piedras, miré a Ajax -No me dijiste lo que piensas sobre esa historia. le dije en un tono curioso -Aunque claramente, nada nos dice que pasó de verdad, sólo es una historia de las tantas que tiene el templo. No creía eso, pero si fue un pensamiento que ocupó lugar en mi mente.