La Danza del Fuego {Libre}

Asomó la cabeza entre la puerta y el marco, y miró a ambos lados de la sala vacía. Y se alegró de que estuviera precisamente así: vacía, desierta, ni un alma a la vista. Se deslizó como una culebrilla traviesa hacia el interior, y cerró la puerta tras de sí, sin hacer ruido.
Daba la sensación de que no quería que la encontraran... Bueno, de hecho, no quería. Debería estar con el grupo, en el teatro, dando clases de improvisación. Pero a Diana no se le daba bien el teatro si no tenía una ficha de estadísticas y un par de dados de 20 caras a mano. Así que, prefiriendo no hacer el ridículo, se había "fumado" la clase descaradamente, y había ido en busca de otra sala para practicar el control del fuego a su manera.

Dio un par de pasos hasta el centro de la sala, se quitó la sudadera deportiva negra con capucha, y sacó de su mochila llena de pins, chapas de grupos de metal y tachuelas dos cadenas largas atadas a una especie de trapos de gasa ajustados con un tornillo. De paso encendió su teléfono, dejando reproducir música de guitarras eléctricas, haciendo eco en la sala vacía.
Despacio, sacó también un bote grande con alcohol de desinfectar heridas y un mechero. Untó los trapos en el alcohol, y los prendió cuidadosamente con el mechero. Tal vez ella fuera una elementalista del fuego, pero todavía no era capaz de crear una llama por sí sola. Por eso tener un mechero a mano era para Diana algo primordial.

Con una carioca prendida en cada mano, Diana cerró los ojos y respiró hondo. Sentía el calor ascendente de las llamas envolviendo los trapos inflamables creciendo por momento. De hecho, se permitió el lujo de usar su poder, de concentrarse en las llamas danzantes para hacerlas crecer más rápido. Balanceó las cariocas al mismo son, y en un abrir y cerrar de ojos, su mente estaba completamente focalizada en el baile de las cariocas en llamas, que zumbaban a su alrededor girando y girando sin parar, dibujando trazos en el aire con las llamas.

Estaba sentada, detrás de una de las columnas, básicamente estaba meditando, tranquila en la sala vacía, pero una musica demasiado extraña comenzó a sonar. Por más que me resultara extraña, me gustaba. Me puse de pie, curiosa observando con cautela, no quería llamar la atención de nadie, por algo estaba allí sola.

Era una chica, una adepta del fuego al parecer, concentrada en sus malabares, algo muy llamativo, era imposible no sumarse. Sin que se diera cuenta, con pasos sigilosos comencé a acercarme. Si algo me enseñaron en el templo, es a bailar, claramente. Sentí la música, como solía hacerlo cuando controlaba el aire, mi cuerpo simplemente se movía a su compás.

Pequeñas olas de aire me acompañaban, me puse lo mas cerca que pude, esquivando las cariocas que pasaban a centímetros de su rostro y complementó su ritmo. Primero fue algo clásico, pude sentir el aire de toda la sala, manipularlo a mi antojo, o algo parecido, para poder hacerlo requería de mucha concentración y bien se que la combinación del aire con el fuego generan la combustión, no quería quemar todo el templo por un simple descuido.

Luego seguí con un poco de contemporáneo, pude hacer una burbuja de aire en el suelo que se agrandaba y se achicaba, nada complicado, no podía despegarla demasiado de la superficie en la que nos encontrábamos. Sonreí divertida, bailar controlando el aire era algo que me fascinaba en verdad.

Baile:

Resulta sorprendente, si se piensa, lo que puede hacer un poco de concentración, y el cómo nos hace ver las cosas dependiendo del momento.
Por lo general, Diana era reacia a que nadie la viera haciendo sus malabarismos o a compartir su pasión por aquella acrobática danza con nadie. Más raro se le antojaba que alguien pudiera sumársele al baile con tanta naturalidad.

Pero la desconocida parecía sentir y vibrar con la música tanto como ella. Así que en vez de detener sus flamantes cariocas, aprovechó las corrientes de aire que ella formaba a cada paso, haciendo que las llamas vibraran con más fuerza, y dibujaran formas en el aire que, de no ser por el aire, hubieran sido imposibles.
Así pues, aquel encuentro se convirtió en un intercambio de pasos y gestos que poco a poco fueron encontrando una sincronización, a falta de una palabra mejor, perfecta. Las cariocas cogían velocidad y fuerza con los soplos de aire, cortaban el espacio con sus zumbidos crepitantes pasando tan sólo a centímetros de las dos chicas dejándolas sentir su calor, pero si dañarlas lo más mínimo bajo un control perfecto. Incluso se permitió el lujo de imitar sus movimientos cuando ella invcó la esfera de aire.

Cuando la canción terminó, Diana le dio un golpe seco a las cariocas para detener su giro, y apagó las llamas, dejando que los pesos humeantes quedaran colgando a ambos lados de su cuerpo. El humo se trenzó suavemente antes de desaparecer en el aire.
La joven oscura apoyó una mano en la cintura, con la carioca sujeta a su muñeca, y esbozó una sonrisa a caballo entre sorprendida y satisfecha.

- Nada mal. Eres buena. - le concedió.

Me habían enseñado muchas combinaciones, pero jamás tuve la oportunidad de ponerlas en práctica. Las llamas danzaban a nuestro compás, el complemento de elementos era algo totalmente hermoso, el aire avivaba al fuego, haciendo que éste se luciera de una manera sobrenatural. Ella comprendió mis pasos rápidamente, lo cual le sumó mucho interés y en vez de inhibirnos juntas hicimos algo que en verdad me gustó mucho.

Al terminar todo, traté de controlar mi respiración, estaba un poco agitada pero contenta. -Es muy difícil controlar la combustión le dije en forma de cumplido, con media sonrisa. -Ginebra, pero puedes decirme Gine me presente estirando mi mano.

La meditación fue interrumpida, si, ahora tendría que pasar a la segunda parte, el baile. El entrenamiento duro y constante es algo en lo que me solía basar, no me gustaba perder el tiempo, quería ser un buen nómada del aire, como lo es mi abuela. Si bien la otra alternativa que tenía era ir a la terraza, nuestro baile me había dejado fascinada y si de eso se trataba ese nuevo elemento, me gustaría practicarlo mucho más.

Diana no había conocido a muchos elementalistas de aire en el templo. Generalmente se relacionaba más con los de su propio elemento, o con otros aprendices de la oscuridad. No recordaba haber visto nunca antes a Ginebra, por lo que no pudo evitar preguntarse si ella pertenecería acaso al lado luminoso del templo.
Si era así, personalmente a la piromante no le importaba mucho. Ella veía la luz como el motivo de existencia de la oscuridad, y viceversa. Creía en el equilibrio de todas las cosas, algo que no muchos de sus pasionales compañeros oscuros compartían.

Cuando la joven rubia le estrechó la mano, Diana le respondió con efusividad. Se percató de la suavidad y la palidez de su piel perfecta, y cayó entonces en la cuenta de que estaba delante de un chica impresionantemente atractiva.

- Un placer conocerte, Gine. Yo soy Diana. - se presentó, y acto seguido miró en derredor. - Pensaba que la sala estaba vacía, si te he interrumpido o algo, lo siento. - dibujó una sonrisa torpe en su rostro redondeado, y se pasó la mano por la nuca en gesto culpable.

Fue una respuesta confortable, la muchacha al parecer era bastante amigable. Sonreí ante su comentario, no iba a culparla de interrumpir mi meditación, no había un cartel en la puerta que dijera "no pasar" a parte, el salón era libre a los adeptos de todo elemento.

-No te preocupes, esta bien así, tengo que dejar de concentrarme tanto y moverme más. dije con media sonrisa en mi rostro. -¿Dónde aprendiste a utilizar.. hice una pausa para ver el objeto que colgaba de su muñeca -Eso.. no encontré otra palabra para describirlo, pero lo señalé con mi dedo mientras daba una pequeña carcajada. Por lo que tenía entendido, la danza con objetos similares a ese se llamaba Swing era una disciplina circense, sabía que se hacía con antorchas, pero eso no lo vi nunca Estaba intrigada, me gustaba aprender cosas nuevas.

La sala era alta y espaciosa, era perfecta para seguir practicando algo de combustión, la miré luego de intercambiar un par de palabras y con un aire pícaro le comente -¿Que te parece si hacemos algo juntas? el baile me apasionaba, utilizar el aire para ello era algo perfecto, pero lo que yo en verdad quería, era manipular más elementos, si bien, no puedo hacerlo como lo hago con el aire, las combinaciones son algo que me tienen muy tentada en maniobrar, se que con el aire puedo manipular el sonido, combinado con el agua la nieve, la brisa y demás, pero también se, que el fuego es el elemento mas destructivo de los cuatro y su poder es impresionante, quería hacerlo, quería dominarlo.

Diana se sintió un poco ignorante, la verdad. No tenía ni idea de dónde, quién o cuándo descendía el baile que llevaba ya unos años realizando por puro gusto. Tampoco era que le hubiera interesado, ella sólo sabía que danzar así con el fuego le gustaba y ya está. No obstante, Ginebra parecía estar más que puesta en el tema. Aquello no hizo sino aumentar su curiosidad por ella.

- ¿Las cariocas? - se encogió de hombros con una sonrisa divertida. - Aprendí a usarlas con tutoriales de Youtube. Un amigo mío se dedica a hacer espectáculos de este estilo y me recomendó un par de videobloggers bastante interesantes. - respondió con sinceridad.

De hecho, para ella tenía más mérito aprender aquellos complicados trucos por sí misma que siendo enseñada por alguien. Claro que el resto de los mortales no tenía esa cierta inmunidad física y psicológica de la que ella disponía. Que pudiera parecer que no, pero contaba como plus a su favor...

Ante su proposición, Diana volteó las cariocas humeantes hasta enfriarlas, trazando rápidos círculos en el aire, y cuando las pelotas de trapo chamuscadas dejaron de ser potencialmente peligrosas, las guardó en la mochila envueltas por una especie de bolsa de aluminio.

- Vale. ¿Tienes algo en mente? - inquirió, enarcando las cejas. Supuso que si ella lo había propuesto, era porque ya andaba pensando en algo. Y ciertamente, con tal de no ir a clase, Diana estaba dispuesta a hacer lo que fuera.

Sonreí ante su respuesta, yo era alguien que estudiaba hasta el comienzo de cada cosa, por mas que haga de cuenta todo lo contrario. -Uno muchas veces es el mejor maestro que puede tener, pero hay gente que puede pulir nuestras técnicas. dije mientras que ella apagaba sus cariocas.

Un adepto no puede generar su elemento de la nada con un nivel bajo, pero dos juntos si pueden potenciarse, si entre las dos hacíamos algo que nos complementara, no iba a ser tan difícil, creo. -Yo tengo dos formas de controlar el aire, mediante la meditación y mediante el baile. La observé con cara confusa -El fuego no se como se manifiesta hice media sonrisa con el rostro, si bien mi plan era entrenar juntas, jamás me enseñaron a fusionar elementos.

-Emm.. mi plan ¿Eh? me rasqué la cabeza -Se de algo que nos puede conectar, la primera vez que manejé la energía, antes de manejar el aire, lo hice cuando me concentré en la música que estaba escuchando hice una pausa para recordar aquél momento -Fue raro, pero luego de eso utilizo todo tipo de música para poder concentrarme.  lancé una pequeña carcajada -Por mas extraño que parezca, cuando controlo el aire no abro los ojos, con él, puedo sentir donde están todas las cosas que me rodean, es como un sensor, no se explicarlo. No se si eso le sumaba algo, pero si íbamos a intentar hacer algo mejor juntas, tendríamos que saber como se maneja el otro elemento, ya que en el templo, aún no nos enseñan eso.

Diana pensaba que, aunque Ginebra tenía razón, desgracidamente la chica oscura no pensaba que hubiera nadie en todo el templo capaz de ayudarla en ese plano. No dudaba de que los sabios y los maestros fueran malos en su trabajo ni mucho menos. Sencillamente ella ya había desarrollado su propio camino, y sabía que mejorar de esa manera iba a ser más complicado de lo que sería para el resto de los piromantes. La verdad era que andaba un poco perdida en ese aspecto.

Por eso, hasta que encontrara la manera de adaptarse, tendría que seguir practicando sola. A su bola.
No obstante, practicar su control del fuego junto con otro elemento diferente, era algo que nunca había probado. Y le picaba mucho la curiosidad por saber qué pasaría.

- Controlar el fuego no se diferencia mucho de controlar el aire, por lo que dices. - alegó la chica. - Yo puedo cerrar los ojos durante una hora y dejar mi mente en blanco, y no poder alterar lo más mínimo la llama de una vela. Pero si la música guía mis sentimientos, puedo hacer que esa llamita arda como si fuera un fuego del infierno. - y cierto era... luego estaba el punto en el que se emocionaba demasiado y quemaba medio edificio, pero ché... era un detallito sin importancia...

Diana ladeó la cabeza con curiosidad. Y en cierto modo, también con cierta complicidad. Si ambas podían sentir y guiarse por la música, tal vez pudieran crear algo único. Por ello, Diana buscó en su lista de reproducción algo más rítmico, y dejó sonando el aparato en medio de la sala vacía, haciendo eco entre las dos.

Encendió el mechero, y atrajo la llama hasta una de sus manos. El fuego envolvió su piel sin quemarla. Tras guardar el objeto, se paso el fuego a la otra mano de la misma manera. Eso era lo más espectacular que sabía hacer: tener manos ignífugas (algo que realmente le venía de serie, ergo no tenía mucho mérito el logro).

- Simplemente sigue el ritmo... - le dijo a la chica, haciéndole un gesto con la mano en llamas.

Llamas que empezaron a emitir como tenues pulsaciones al ritmo de la canción. Señal de que la música ya empezaba a inundar la mente de Diana.

Ritmo:

La musica comenzó a sonar, la muchacha de manos de fuego hacia que las llamas crecieran como el latido de un corazón, ¡Claro que tenia una amplia variedad de música!

El ritmo nuevamente llegó a mi ser, esperé a que pasara la intro para poder meterme, estábamos practicando una coreografía que suponía que iba a quedar bien, aunque mis pasos eran torpes y aún no la sabía del todo, decidí incorporarme luego de que cerré mis ojos.

La fusión de clásico con contemporáneo me fascinaba, en mi interior pude sentir el aire que recorría a Diana, su respiración, el oxigeno que entraba por su nariz, recorría sus pulmones para volver a salir, cada molécula de su sangre, es como si tuviera visión de rayos X, podía ver lo que era por dentro. Sentía el calor de las llamas, las cuales pedían ser alimentadas.

Posturas, pies estirados, cada figura era una ráfaga de viento, se disparaba en todas partes, era un baile muy movido por lo que tuve que hacer algunas pausas, pero nunca abrí los ojos ni perdí el ritmo. Los giros generaban pequeños tornados, claro, no tengo la capacidad de crear ni algo parecido a uno, pero me refiero a la forma en que se movía el aire.

No lo vi, pero sentí muchas veces el fuego cerca de mí y eso me agradaba. Tuve que esquivarlo en varias ocasiones para no terminar quemada, aunque de por sí, me preocupaba un poco que todo se salga de control, somos dos estudiantes practicando algo que no nos han enseñado aún. Pero en lo que me respecta, no hay reglas en las que nos prohíban "estudiar" fuera del horario.

Baile: